A tan solo 28km del Palacio
Nacional –símbolo del poder ejecutivo de Guatemala- se encuentra un grupo de
pobladores, que armados de conciencia y mucho amor a Guatemala, deciden
enfrentarse de cara a los que por mucho tiempo se han enriquecido a costillas
del pueblo, tan sufrido y lapidado.
Me refiero a La Puya, ubicada en San José del Golfo, colindando con San Pedro Ayampuc, pertenecientes al departamento de Guatemala, un grupo de
personas que marcaron el rumbo, de cómo debemos defender nuestra tierra, de las empresas mineras que saquean nuestros recursos naturales, contaminan el medio ambiente con técnicas nocivas de explotación, consumen mucha agua de manera gratuita y ponen en juego nuestra soberanía, aun a costa de golpes, gases lacrimógenos,
amenazas, intentos de desalojo, órdenes de captura, balazos y hasta la muerte.
No es sorpresa que a los que
defienden sus principios y valores establecidos en el corazón y la conciencia,
sean atacados a balazos e incluso hasta el asesinato. Con el objetivo de
amedrentar un movimiento legitimo del pueblo. Durante 2 largos años, la gente ha
resistido de manera admirable, sin empuñar ni una piedra, ni un palo, ni una
sola llanta quemada, una resistencia
digna, un buen ejemplo urgente para todo el mundo, donde las únicas armas son
la convicción, la fe, la perseverancia, el amor a su familia y a su patria.
Esta revolución se gesta, en un
país de los más violentos, y con tan solo 17 años de haber sufrido una guerra
atroz, donde las heridas del conflicto siguen abiertas y los dinosaurios siguen
persiguiendo a quienes piensan diferente a ellos, por eso es inaudito, para el
gobierno, para las empresas y grupos entrenados para generar choque –infiltrados-
que los pobladores en vez de responder con piedras, responden con oraciones y
cantos.
Por eso La Puya, hoy nos marca el camino de cómo debemos actuar, el
gran desobediente civil, icono de la no violencia, Gandhi dijo: “El amor es
la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo”. Y esa fuerza es palpable en
La Puya, en su segundo aniversario, saludo el esfuerzo y la entrega, también me
siento agradecido con cada hombre y mujer que han dado parte de su vida para
que esta Rebelde Primavera siga floreciendo.
VENCEREMOS
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